Es claro que emigrar genera ansiedad y miedo, pero, cuando se emigra en pareja, este miedo se puede ver desde dos puntos de vista: un miedo compartido, pero también puede ser un miedo doble, puesto que iniciar una vida juntos en otro país podría ser una etapa un tanto difícil de superar ya que supone retos adicionales.
Siempre que se habla de emigrar en pareja, nos imaginamos que todo es más fácil, que hay apoyo emocional, económico e incluso apoyo familiar. Se cuenta con alguien de confianza ante posibles situaciones adversas o no planificadas.
Cuando se migra en pareja todo es doble. ¡Sí! Doble… en un mismo espacio, muchas veces pequeño y reducido.
Y sí, muchas veces es así… es un gran apoyo contar con esa persona en los momentos más difíciles donde muchas veces la frustración se apodera de nosotros y de forma inimaginable nos agobia y nos hace creer que no podemos más.
Pero también es cierto que, cuando toca emigrar en pareja todo es doble. ¡Sí! Doble… en un mismo espacio, muchas veces pequeño y reducido; hay sentimientos encontrados de culpa, nostalgia por los que se quedaron, preocupación por la falta de dinero, familias en el lugar origen que es probable que tengan necesidades distintas.
La comunicación deja de ser tan fluida como antes, las ocupaciones y prioridades cambian, dejando de lado aquella relación que parecía ser fuerte.
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