Tanto hombres como mujeres tienen distintos ambientes hormonales por defecto, y cada eje hormonal desempeña una función distinta. Las hormonas son las que deciden -entre otras cosas- cómo y cuándo “quemar” grasa, ganar masa muscular, despertarnos, sentirnos enérgicos, dormir o, incluso, sentir deseo sexual.
Presentar cualquier desequilibrio hormonal se manifiesta de forma casi inmediata bajo distintos síntomas: acné o cualquier otra alteración de piel, sobrepeso u obesidad, acumulación de grasa en ciertas zonas, neblina mental, insomnio, quistes en mamas, ovarios o miomas uterinos, etc.
Las causas más comunes por las que puede ocurrir un desorden hormonal son estrés (emocional, laboral o energético), alimentación inadecuada en cantidad y calidad, pobre calidad de sueño y/o descanso, sedentarismo, inflamación generalizada (a nivel de células y tejidos) y deficiencias nutricionales o alteraciones inmunológicas.
Algunas de las hormonas más conocidas y de las más “fáciles” tanto de alterar como de ajustar a través de cambios en el estilo de vida son: cortisol (la hormona del estrés), prolactina, testosterona, insulina y TSH; y estas mismas pueden evaluarse con alguna orden médica de exámenes sanguíneos.
Para reajustar cualquier eje hormonal de manera económica, sencilla y directamente relacionada con la causa de la alteración hormonal, podemos adoptar cambios en el estilo de vida, los cuales se deben priorizar. Con esto se hace referencia al uso de estrategias alimentarias, de actividad física, descanso y manejo del estrés como parte de la rutina habitual del paciente. Existe -y debe usarse si es necesario- el tratamiento medicamentoso o farmacológico para aliviar los síntomas y ayudar a regular los niveles sanguíneos de forma expedita mientras se hacen los ajusten en la base y causa de la alteración, siempre recetados y consumidos bajo estricta vigilancia médica.
Según la hormona o eje hormonal alterado se indican las recomendaciones para mejorar hábitos, por ejemplo: si está alterado el eje del estrés (hormona cortisol) no serán las mismas sugerencias que para el eje de los carbohidratos (hormona insulina). La cantidad y tipo de actividad física, plan de alimentación con distinta distribución y origen de macronutrientes, y sesiones de terapia psicológica y/o coaching acompañado de otras estrategias conductuales garantizarán el cambio de forma sostenida en el tiempo.
Cualquiera que sea la hormona alterada, la causa o la estrategia a utilizar para modularla, los cambios deben hacerse desde la raíz y no tratar únicamente el síntoma. Además, existen profesionales de cada área que están especializados en buscar la solución de forma rápida y segura.
Las hormonas son sustancias químicas producidas por las glándulas de nuestro propio cuerpo que viajan por todo nuestro torrente sanguíneo para enviar las señales que desencadenan cualquier función necesaria en cualquier momento y lugar; son mensajeras bioquímicas, digamos.
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