Conchita Torres Sirit / @psiconchy
Antiguamente podíamos observar en películas o experimentar nosotros mismos una especie de admiración o clase de amor por el(la) profesor(a) del colegio o el(la) protagonista de la telenovela del momento. Esto, al transcurrir los años, ha cambiado, tanto así que de alguna manera hemos idealizado esta expectativa que teníamos para ser mucho más exigentes a nivel físico, de estándares o superioridad.
No es secreto que para los jóvenes de hoy en día existe cierto fetiche por las heroínas y los superhéroes, demostrando así un deseo insconciente por estimular la imaginación.
Lo que llamamos en alguna ocasión “amor platónico” no tiene que ver en sí
con un amor inalcanzable o imposible. Tiene que ver con un amor que
trasciende las fronteras de la belleza física, siendo tal vez eso lo difícil de
alcanzar. En algunos casos no hay elementos sexuales, sencillamente porque
el auténtico amor para Platón (el creador de la terminología) no es el que se
dirige a una persona, sino el que se orienta hacia la esencia trascendente de
la belleza en sí. El amor platónico es una expresión utilizada comúnmente en
el argot popular para hacer referencia a un amor imposible o inalcanzable.
En vista de este planteamiento, me surgen estas preguntas ¿qué estamos
buscando en el amor en modernidad? ¿queremos un amor fantasioso o algo
más real? Los famosos millennials (como nos han categorizado a las personas
que nacimos entre los años 1980 y 2000) demoramos más en casarnos que
nuestros padres y eso se debe a varios factores. Por un lado, las prioridades
cambiaron, preferimos concentrarnos más en nuestras carreras, explorar el
mundo, viajar para conocer diferentes culturas o disfrutar la juventud al
máximo antes de comprometernos con una pareja estable. Por otro lado,
tenemos muchas más exigencias a la hora de decidir estar con una persona
permanentemente.
Los millennials tenemos estándares muy altos a la hora de buscar una pareja seria, según una entrevista del Huffington Post con Jennifer Behnke, una terapeuta de parejas comenta “No están buscando un matrimonio como el de sus padres”, explicó, “ya que están esperando más para tener hijos, la prioridad en sus relaciones es cultivar un sentimiento de felicidad y plenitud con sus parejas”.
Eso significa que si no cumplimos con todas nuestras expectativas (ser el(la) mejor amigo(a), un buen padre o una buena madre, un buen compañero sexual, entre otras cosas), la relación no va a tener mucho futuro. Sabemos que hay otros peces en el mar y eso se debe, en parte, a la tecnología.Refiere Behnke: “no se van a quedar en una relación que no tiene todo, los millennials saben que hay muchos peces en el agua o en las aplicaciones de citas y muchos de ellos pueden estar a la altura de sus estándares”, agregó.Esto ha sido de gran impacto para las relaciones jóvenes, se puede interpretar que han cambiado mucho las expectativas y cada vez nos queremos acercar más a lo ideal y perfecto.
En el año 2017, un estudio de la Universidad de San Diego reveló que esta generación no tiene en la lista de sus prioridades el sexo. Otras investigaciones realizados en años anteriores afirman, además, que estos
jóvenes adultos no pueden establecer relaciones duraderas, ya que se
resignan muy rápido. Ni sexo, ni pareja estable.
En otra instancia el médico, psiquiatra y sexólogo, Walter Ghedin, comenta:”asisto a jóvenes millennials todo el tiempo y los modos de amar dan prioridad a la comunicación virtual, así como a compartir gustos o tener afinidades por ciertos temas. La genitalidad para los jóvenes de este nuevo siglo no es una prioridad, tampoco cumplir con las reglas impuestas por el entorno. Quieren saber de qué se trata esto de ser libres en cuerpo y alma,una revuelta que exige ser sentida”, afirmó a la Infobae. Entonces ¿qué esperamos del amor en la modernidad? A ciencia cierta es una decisión muy particular, pero hay una gran inclinación por buscar cada vez más lo mejor para cada quien sin aguantar por “amor”, el conformismo no es una opción para mantener en el tiempo una relación y efectivamente la tecnología tiene un gran impacto en nuestras expectativas.
Si esta bien o no, creo que lo mejor es no juzgar. Lo importante es no perder la capacidad de valorar lo real, vivir el amor platónico, idealista o realista con la misma intensidad sin generar daños y en su justa medida.