El 2022 ha sido el año de mayor tránsito de personas por la selva del Darién. “El sueño americano” con la dureza del camino ha dejado huellas físicas y psicológicas en miles de migrantes, en su mayoría venezolanos, quienes representan el 70%
Por: Mariannys Narváez E. / El Vinotinto
Una pesadilla de la que no han escapado las niñas y niños. Las cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dan cuenta de la tragedia.
Durante los primeros 10 meses de 2022, 32.488 menores de edad caminaron por el Darién hacia Estados Unidos, superando en un 10% la cifra total del 2021. De estos registros de la Unicef, 900 niñas y niños no acompañados han transitado este peligroso trayecto selvático de 266 kilómetros, cuadruplicando el total del año anterior.
Durante la travesía por la selva del Darién, pequeños y mayores se enfrentan a múltiples formas de violencia que han sido denunciadas reiteradamente: abuso sexual, tráfico y explotación.
La falta de agua y alimentos seguros, así como las picaduras de insectos, los ataques de animales salvajes y los ríos desbordados, son una amenaza latente para quienes deciden tomar esta ruta.
Vulnerables
El llanto de miles de niñas y niños retumba en la selva más peligrosa del mundo- Los menores de cinco años, representan el 50% de todos los niños migrantes. Son frágiles a enfermedades como la diarrea, deshidratación y otras transmisibles. Y si nos detenemos a analizar un poco más, el estrés y el riesgo asociado a este peligroso viaje deja a muchos menores en riesgo de sufrir traumas emocionales.
Ante la situación de emergencia generada por la ola migratoria, la Unicef ha incrementado su presencia de uno a cinco centros de recepción de migrantes en las fronteras con Colombia Costa Rica y Panamá.
La directora ejecutiva adjunta de Unicef, Hannan Sulieman, durante una visita a una de las Estaciones de Recepción Migratoria de Lajas Blancas, en la provincia panameña de Darién, de acuerdo con los testimonios obtenidos, aseguró que “la violencia, la pobreza y la esperanza por encontrar mejores condiciones de vida empujan a las familias con niños a abandonar sus hogares y enfrentar amenazas en áreas inhóspitas como el tapón del Darién”.
Una afirmación que coincide con el relato de María Penalete, migrante venezolana quien realizó la peligrosa travesía junto a sus cinco hijos.
“Era una situación tan difícil, estaba desempleada. Prácticamente me estaba muriendo de hambre y tenía que salir adelante con tantos hijos (…) Los peores días de mi vida los pasé en la selva”, expresó en medio de lágrimas que denotaban el pesar por lo vivido. Historias como estas forman parte de uno de los retos más desafiantes que ha tenido que afrontar el gentilicio venezolano.