El presidente ruso, Vladimir Putin, ha intensificado sus capacidades militares al lanzar un ataque contra Kiev con armamento de alto poder, lo que ha generado preocupación a nivel mundial.
En una escalada de tensiones, Rusia ha acusado a Ucrania de disparar misiles de largo alcance suministrados por Estados Unidos. El ataque se produjo en una instalación militar en la región fronteriza rusa de Briansk, provocando un incendio.
Según informes del Ejército ruso, se utilizaron seis misiles balísticos, específicamente misiles tácticos ATACMS de fabricación estadounidense. Este acontecimiento marca el primer ataque directo de Ucrania contra Rusia después de recibir la autorización de EE. UU. para utilizar misiles capaces de alcanzar objetivos a una distancia de 300 kilómetros, gracias a un sistema de navegación GPS.
La respuesta de Putin no se hizo esperar, ya que aprobó una nueva doctrina que permite el uso de armas nucleares en caso de amenaza a la soberanía territorial. Esta medida contempla la posibilidad de responder con armamento nuclear en caso de ataques críticos a la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia.
Además, en el documento se estipula que cualquier ataque masivo que involucre aviones de guerra, misiles de crucero, drones y otros dispositivos no tripulados que violen el espacio aéreo será considerado una agresión contra Rusia y sus aliados.
La agresión por parte de un Estado miembro de una coalición militar contra la Federación de Rusia o sus aliados será interpretada como una agresión de toda la coalición en su conjunto, según lo establecido en la doctrina aprobada por Putin.
Estos acontecimientos han generado preocupación en la comunidad internacional y han elevado el nivel de alerta en la región. La situación entre Rusia y Ucrania se mantiene tensa y en constante evolución, lo que representa un desafío para la estabilidad en Europa Oriental.