El viernes 10 de enero, Nicolás Maduro juró para un nuevo mandato presidencial, a pesar de las actas del Consejo Nacional Electoral que declararon a Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones del 28 de julio. Esto desencadenó un episodio de conflictividad política en Venezuela, con niveles más altos de represión por parte del gobierno.
Las denuncias de fraude electoral por parte de la oposición venezolana y la comunidad internacional llevaron a sanciones impuestas por Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y el Reino Unido a funcionarios gubernamentales venezolanos involucrados en el fraude. Además, el gobierno de Joe Biden aumentó las recompensas por información que conduzca a la detención de Maduro y otros altos funcionarios.
La juramentación de Maduro no ha consolidado su poder, ya que la mayoría de los venezolanos y gran parte de la comunidad internacional no lo consideran un líder legítimo. Según Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, la juramentación simbólica de Maduro no lo fortalece en el poder y solo aumenta la represión en el país.
El gobierno de Maduro se enfrenta a una creciente falta de estabilidad y consolidación, lo que lo hace más dependiente de la represión para mantenerse en el poder. La presión contra el gobierno se intensifica tanto a nivel nacional como internacional, con países y organismos internacionales reconociendo a Edmundo González como el presidente electo de Venezuela.
La oposición en Venezuela tiene oportunidades de presionar al gobierno en medio de este complejo escenario. La transición democrática puede ocurrir cuando la presión sobre el gobierno se vuelve insostenible, lo que lo obliga a negociar su salida del poder. La comunidad internacional puede ejercer presión diplomática, económica y actuar como mediadora en acuerdos políticos para facilitar la transición.
El experto Marcel Dirsus señala que la estabilidad dictatorial es un espejismo y que regímenes autoritarios pueden colapsar rápidamente. Las protestas no violentas son más efectivas que los levantamientos violentos para lograr cambios democráticos. Recomienda detener el suministro de armas, imponer sanciones económicas y limitar el acceso de líderes autoritarios a equipos de vigilancia como medidas para debilitar a los regímenes autoritarios.
En medio de una creciente incertidumbre en Venezuela, la oposición y la comunidad internacional tienen la oportunidad de presionar al gobierno de Maduro y abrir el camino hacia una transición democrática en el país.