En los inicios de las Grandes Ligas, los jugadores no utilizaban guantes, ya que aún no habían sido inventados. Desde 1871 hasta 1875, durante la primera Liga Grande, la National Association, Esteban Bellán, el primer bigleaguer latinoamericano y tercera base de los Troy Haymakers, se veía obligado a atrapar batazos y tiros a mano limpia, al igual que el resto de los peloteros de los nueve clubes que conformaban la liga.
Entre los equipos de esa época se encontraban Philadelphia Athletics, Chicago White Stockings, Boston Red Stockings, Washington Olympians, New York Mutuals, New York Kekiongas, Fort Wayne City, Forest City Cleveland y Forest Citys Rockford. La Liga Nacional, que actualmente sigue vigente, también comenzó sus actividades en 1876 sin el uso de guantes.
Durante esa época, en el beisbol universitario se experimentaba con el primer guante en la historia del deporte. Charles C. White, un estudiante cátcher, creó un guante para cada mano con suave cuero y los dedos parcialmente descubiertos. A pesar de la utilidad de este invento, White fue criticado y tachado de cobarde, ya que en ese entonces se consideraba vergonzoso utilizar protección en el juego de beisbol, considerado un deporte para hombres valientes.
La introducción de guantes en el beisbol profesional fue un proceso gradual. En 1876, Albert Goodwill Spalding, un destacado lanzador de la época, diseñó un guante de cuero que cubría los dedos, con la idea de que pudiera ser comercializado en gran escala. A pesar de la resistencia inicial, con el tiempo se aceptó la necesidad de protección para los jugadores en la defensiva.
Fue en 1919 cuando el pitcher Bill Doak, de los Cardenales, diseñó y patentó lo que se considera la “perfección del guante para jugar beisbol”. Su creación fue vendida a la marca “Rawlings”, que comenzó a fabricar los guantes modernos que se utilizan en la actualidad. Desde entonces, todos los jugadores llevan un guante al terreno de juego, como parte esencial de su equipamiento.
Un caso peculiar en la historia del beisbol es el de Luis Salazar, un jugador que llevaba seis guantes diferentes a los campos de las Grandes Ligas durante su carrera, que abarcó desde 1980 hasta 1992. Salazar era conocido por su versatilidad, ya que jugaba con eficiencia en ocho de las nueve posiciones, a excepción de la de cátcher.
En sus 12 años como bigleaguer, Salazar participó en un total de mil 640 juegos, desempeñándose en diversas posiciones. Desde lanzador hasta outfielder, Salazar demostró su habilidad y adaptabilidad en el campo de juego. Su peculiaridad de llevar múltiples guantes era una muestra de su preparación y versatilidad para cualquier situación que se presentara durante un juego.
La evolución de los guantes en el beisbol ha sido fundamental para la protección y el rendimiento de los jugadores en el campo de juego. Desde los inicios sin guantes en las Grandes Ligas hasta la creación de guantes especializados y personalizados, los jugadores han demostrado la importancia de este elemento en su desempeño.