Venezuela, bajo la lupa de la alimentación. Según Pablo Hernández, profesor de la Escuela de Nutrición de la Universidad Central de Venezuela, el país se ubica entre las naciones con mayor índice de subalimentación en América Latina, solo superado por Haití. El 14% de la población venezolana no consume las calorías necesarias para un desarrollo adecuado, lo que significa que 1 de cada 10 ciudadanos enfrenta una alimentación insuficiente.
Aunque los niveles de subalimentación han experimentado una reducción en comparación con los años anteriores, la cifra actual sigue siendo alarmante. La falta de ingesta calórica adecuada conlleva pérdida de peso, reducción de masa muscular, anemia y deficiencia de vitaminas y micronutrientes, comprometiendo gravemente la salud de los venezolanos.
La situación se torna aún más crítica cuando se trata de los niños, quienes necesitan una nutrición adecuada para su crecimiento. La desnutrición infantil aumenta la vulnerabilidad a infecciones, afecta el rendimiento escolar y limita las oportunidades de desarrollo futuro. Según Hernández, “el niño está en crecimiento y esto afecta su salud en general, lo hace más susceptible a infecciones, a que no pueda rendir adecuadamente en la escuela y sus posibilidades de tener un futuro mejor se ven limitadas”.
En medio de este panorama preocupante, el desafío de garantizar una alimentación adecuada para la población venezolana se vuelve apremiante. La lucha contra la subalimentación y la desnutrición, especialmente en los niños, se presenta como un reto urgente que requiere acciones concretas y coordinadas. La salud y el bienestar de la población venezolana están en juego, y es necesario abordar esta problemática de manera integral y efectiva.