Una historia de injusticia: la deportación de Gladys y Nelson González
Gladys y Nelson González vivieron en Estados Unidos desde 1989. Durante casi cuatro décadas, construyeron una vida en California, criando a sus tres hijas, contribuyendo a su comunidad y recientemente dando la bienvenida a su primer nieto. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando fueron arrestados, esposados y finalmente deportados a Colombia.
La pareja, que dirigía estudios bíblicos en su iglesia y trabajaba como voluntaria en despensas de alimentos durante la pandemia de covid-19, se presentó en un tribunal de inmigración en febrero, como lo habían estado haciendo desde el año 2000. Fue entonces cuando fueron detenidos y puestos bajo custodia federal.
Según su hija Stephanie González, los González pasaron años buscando un camino hacia la ciudadanía, pagaron impuestos y nunca tuvieron problemas con la ley. Sin embargo, a pesar de agotar todas las opciones legales disponibles, fueron deportados debido a una orden de salida voluntaria emitida en el año 2000.
La pareja llegó a Estados Unidos sin autorización en 1989, huyendo de la delincuencia en su Colombia natal. A pesar de haber intentado legalizar su estatus a lo largo de los años, enfrentaron obstáculos y fueron víctimas de prácticas de inmigración depredadoras.
Durante su tiempo en Estados Unidos, los González permanecieron bajo una orden de supervisión, registrándose anualmente mientras se preparaban para abandonar el país. Sin embargo, su deportación se hizo efectiva recientemente, dejando a sus hijas y nieto atrás.
La historia de los González refleja las dificultades y desafíos que enfrentan muchos inmigrantes en Estados Unidos. A pesar de sus esfuerzos por cumplir con la ley y contribuir a la sociedad, el sistema de inmigración les falló.
La deportación de Gladys y Nelson González es un recordatorio de la necesidad de una reforma migratoria que aborde las injusticias y proteja los derechos de los inmigrantes. Mientras tanto, su familia trabaja para ayudarles a adaptarse a su nueva vida en Colombia, con la esperanza de que algún día puedan regresar a Estados Unidos.
La historia de los González es un ejemplo de las consecuencias devastadoras de las políticas migratorias actuales. A medida que continúan las deportaciones y las detenciones de inmigrantes, es fundamental abogar por un sistema más justo y compasivo que respete la dignidad y los derechos de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio.