El pasado lunes 21 de abril, el mundo católico se vistió de luto tras la muerte del Papa Francisco, quien a sus 88 años dejó una huella imborrable en la historia de la Iglesia. Su pontificado, que comenzó en marzo de 2013, se caracterizó por un enfoque renovador y una visión inclusiva, buscando representar a todos los rincones del mundo y no solo a Europa. Este legado se materializa en la reciente composición del colegio cardenalicio, donde el 80% de los 135 cardenales electores fueron nombrados por él.
La reciente creación de cardenales, en el décimo consistorio de Francisco, ha dado lugar a un colegio cardenalicio conformado por 252 purpurados, de los cuales 135 son menores de 80 años y, por lo tanto, electores. Este número no solo marca un récord histórico, sino que también supone un cambio significativo en la geopolítica de la Iglesia. Las normas indican que normalmente el número de cardenales electores debería ser de 120, lo que hace que este cónclave sea el más concurrido en la historia de la Iglesia.
A pesar de esta cifra impresionante, es importante destacar que los 110 cardenales nombrados por el Papa Francisco no conforman un cuerpo electoral homogéneo. Esto sugiere que, si bien hay una mayor representación de diversas naciones, no necesariamente implica que su sucesor continuará con la línea reformista marcada por el pontífice argentino.
Una de las características más notables de este nuevo colegio cardenalicio es la inclusión de países que tradicionalmente no tenían representación en la Capilla Sixtina, como Mongolia, Lesoto, Albania, Timor Oriental, Tonga, Irán y Argelia. Esta expansión geográfica es un testimonio del esfuerzo del Papa por hacer de la Iglesia una institución verdaderamente global.
En el ámbito latinoamericano, habrá 24 cardenales electores, una cifra que, aunque todavía está lejos de los 55 cardenales europeos, muestra un crecimiento en la influencia de América Latina dentro de la Iglesia. A pesar de que los italianos siguen siendo el grupo más numeroso, su proporción ha disminuido con el tiempo: de 28 cardenales electores en 2013 a 18 en la actualidad.
Durante el pontificado de Francisco, la representación de cardenales asiáticos ha crecido de manera significativa. En 35 años, el número de purpurados de este continente se ha duplicado, pasando de 9 a 25. Este aumento no solo refleja un cambio en la geopolítica eclesial, sino también el crecimiento del cristianismo en Asia, donde la fe ha encontrado un terreno fértil para expandirse.
Asimismo, el número de cardenales africanos ha aumentado, aunque de manera más moderada, pasando de 11 a 18. Esta mayor representación de África es crucial, ya que el continente alberga una de las comunidades católicas de más rápido crecimiento en el mundo.
España se posiciona como el tercer país con mayor número de miembros en el Colegio Cardenalicio, con 13 cardenales, solo superado por Italia (48) y Estados Unidos (17). Sin embargo, de estos, solo seis son electores, debido a su edad. Los cardenales españoles que podrían participar en el cónclave son: Antonio Cañizares, el arzobispo de Barcelona Juan José Omella, el arzobispo emérito de Madrid Carlos Osoro, el expresidente de la Gobernación vaticana Fernando Vérgez, el arzobispo de Madrid José Cobo, y el rector de los salesianos Ángel Fernández Artime.
En el ámbito latinoamericano, cinco cardenales electores representarán a la región en el próximo cónclave. Entre ellos se encuentran los mexicanos Francisco Robles Ortega y Carlos Aguiar Reyes, el cubano Juan de la Caridad García Rodríguez, el guatemalteco Alvato Ramazzini Imeri y el nicaragüense Francisco Brenes. Además, cuatro argentinos tendrán un papel relevante: Víctor Manuel “Tucho” Fernández, Ángel Sixto Rossi, Vicente Bokalic y Mario Poli.
Brasil se destaca con siete cardenales, mientras que Chile aporta dos, y otros países como Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay también están representados en este nuevo colegio cardenalicio. Este panorama sugiere un futuro en el que la voz de América Latina y de continentes tradicionalmente menos representados será cada vez más relevante en la toma de decisiones de la Iglesia.
El legado del Papa Francisco trasciende su persona y se manifiesta en la composición del nuevo colegio cardenalicio. Su esfuerzo por hacer de la Iglesia una entidad más inclusiva y representativa de la diversidad del mundo es un indicativo del rumbo que podría tomar la institución en los próximos años. La elección de su sucesor será crucial no solo para la continuidad de sus reformas, sino también para el futuro de una Iglesia que busca adaptarse a un mundo en constante cambio.
Con la muerte del Papa Francisco, el catolicismo enfrenta un momento de reflexión y renovación, mientras se prepara para un cónclave que, sin duda, será testigo de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica.
Con información de EFE
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