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El Excombatiente que Lucha por Permanecer en EE.UU.

José Barco tenía 4 años cuando se mudó de Venezuela, su país natal, a Estados Unidos. Con apenas 17 años, en el 2003, decidió unirse al Ejército de EE.UU., participando en numerosas misiones, incluyendo varias en Irak, donde estuvo involucrado en decenas de combates. A pesar de sus heroicas hazañas, que le dejaron heridas físicas y problemas de salud mental, el sueño de obtener la ciudadanía estadounidense se desvaneció tras un giro inesperado en su vida.

Las heridas del combate

Barco fue enviado a su primera misión en Irak en 2004, donde un ataque suicida lo dejó en estado crítico. Según relatan tanto él como su hermana, en medio de la explosión, Barco levantó los restos de un vehículo para rescatar a dos compañeros, a pesar de estar envuelto en llamas. Sus compañeros, en el documental Frontline (2010) de PBS, lo describieron como un héroe del pelotón, resaltando su valentía y camaradería. “En Irak debes ser insensible. Si no lo estás, te vuelves loco”, dijo Barco al recordar los horrores que vivió.

Las lesiones de Barco incluían una lesión cerebral traumática. A pesar de las recomendaciones del Ejército para retirarlo del servicio, él se negó, sintiendo que traicionaría a su unidad. La presión de regresar a la guerra, a tan solo 19 años, era inmensa, y su hermana Verónica recordó que “ni siquiera tenía edad para beber, y mucho menos para votar por quienes lo enviaron a la guerra”.

En 2006, tras su segunda misión, Barco decidió solicitar la ciudadanía estadounidense. Según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. (USCIS), aquellos que sirven en las Fuerzas Armadas y son residentes legales pueden ser elegibles para la naturalización. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, su solicitud nunca fue procesada correctamente.

Se desvanece el sueño de la ciudadanía

En 2008, Barco asistió a una fiesta donde un altercado lo llevó a disparar su arma, pensando que estaban siendo asaltados. Este incidente, que ocurrió en un estado de angustia mental tras su experiencia en combate, resultó en su arresto y la denegación de su segunda solicitud de ciudadanía. “Me parece surrealista. Pensé que me había ganado mi lugar en este país”, expresó Barco, reflexionando sobre su vida tras las rejas.

A pesar de haber sido sentenciado inicialmente a 50 años de prisión, su condena fue reducida tras 13 años de buen comportamiento. Sin embargo, al ser liberado en 2025, su vida dio un giro aún más dramático. A pesar de que Colorado es un estado “santuario” con políticas que limitan la colaboración con ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas), Barco fue detenido tan pronto salió de prisión.

Su esposa Tia había estado en contacto con las autoridades y le habían asegurado que no había orden de detención en su contra. Sin embargo, al salir, fue inmediatamente arrestado. ICE argumentó que Barco, como extranjero condenado por un delito grave, debía ser deportado.

Deportado a ninguna parte

La deportación de Barco fue a Honduras, desde donde se le llevaría a Venezuela. Sin embargo, al llegar, las autoridades venezolanas cuestionaron su identidad, lo que llevó a su regreso a Estados Unidos. “No puedes venir con nosotros”, le dijeron, y así fue trasladado al centro de detención de Port Isabel, en Texas.

Actualmente, Barco se encuentra en una situación de limbo migratorio, detenido junto a otros venezolanos que son percibidos como criminales. “Mi servicio, mi sacrificio, mi derramamiento de sangre han pasado completamente desapercibidos”, comentó con frustración. Su situación es un reflejo de la falta de organización y de un sistema efectivo para manejar casos complejos como el suyo en los centros de detención.

La abogada de Barco, Danitza García James, ha señalado la falta de claridad en su situación, ya que no hay un protocolo establecido para procesar su caso. “Nadie sabe qué hacer con él”, indicó, mientras Barco enfrenta la incertidumbre de ser deportado nuevamente, incluso a un país donde no tiene un hogar.

El 8 de mayo se llevará a cabo una audiencia preliminar en la que Barco negará las acusaciones en su contra. Sin embargo, la posibilidad de ser liberado bajo fianza ha sido negada, dejando a Barco atrapado en un ciclo de detención sin una salida clara.

Conclusión

La historia de José Barco es un recordatorio de los complejos desafíos que enfrentan muchos veteranos, especialmente aquellos que son inmigrantes. A pesar de haber servido a su país con valentía, su vida ha estado marcada por la tragedia, la lucha y la falta de reconocimiento. “Solo quiero ser libre. No quiero que me envíen a un país que no es el mío”, concluyó Barco, reflejando la desesperanza que siente en su situación actual.

Con información de CNN

El Vinotinto

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