El 9 de junio de 2024, 306 propietarios del edificio Euromarina II en Viña del Mar se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a un socavón provocado por el colapso de un colector de aguas lluvias. Este incidente, ocurrido en plena madrugada y en medio de intensas lluvias, llevó al municipio a declarar el edificio inhabitable una semana después. Desde entonces, han pasado 368 días sin que los afectados puedan regresar a sus departamentos.
La situación ha dejado a los propietarios en un estado de incertidumbre que se ha prolongado a lo largo de un año. A pesar de que las condiciones climáticas han cambiado y los gobiernos han variado en sus prioridades, la situación de los afectados permanece sin cambios: no pueden volver a sus hogares, no pueden arrendar sin incurrir en deudas significativas, y no tienen certezas sobre cuándo podrán regresar a sus vidas normales.
Los propietarios del Euromarina II no están solos en su lucha. Otros edificios, como Kandinsky y Miramar Reñaca, también han sido afectados por socavones en agosto y septiembre de 2023, y se acercan a los 22 meses de vivir fuera de sus casas. Estos eventos han puesto de relieve una crisis habitacional que afecta a decenas de familias y pone en entredicho la gestión de las autoridades locales.
Rodrigo Fernández, vocero del edificio Miramar, comparte la angustia de muchos: “Hace casi dos años nos echaron a la calle, a nuestra suerte. Tengo un vecino que falleció y nunca pudo volver. Otro va a tener que vender su departamento para pagar la deuda acumulada”, lamenta. Estas palabras reflejan el dolor y la desesperación de aquellos que han perdido no solo sus hogares, sino también su estabilidad económica y emocional.
La carga económica que enfrentan estos propietarios es abrumadora. Muchos se ven obligados a pagar un arriendo mientras continúan respondiendo por el dividendo de sus departamentos originales, que en muchos casos se han vuelto inutilizables. Fernández explica que esta situación no es resultado de la negligencia de los vecinos, sino de la responsabilidad del Ministerio de Obras Públicas (MOP), tal como lo señala un informe de la Contraloría.
El costo de vivir fuera de casa se vuelve insostenible para muchos. Algunos propietarios han acumulado deudas significativas debido a la falta de soluciones rápidas y efectivas por parte de las autoridades. La angustia de no saber cuándo podrán volver a sus hogares se combina con la presión financiera, creando una situación desesperante.
A lo largo de este año, los afectados han experimentado un silencio institucional que se ha prolongado en el tiempo. La crisis que enfrentan se ha convertido en una emergencia crónica, invisible para los medios de comunicación y la opinión pública, pero que define la vida cotidiana de cientos de personas.
La falta de respuestas claras y acciones concretas por parte de las instituciones ha llevado a los propietarios a sentir que su situación es ignorada. La desesperanza se hace palpable en cada conversación, mientras esperan que las autoridades tomen medidas efectivas para resolver la crisis habitacional que los ha dejado en la calle.
A medida que la crisis se prolonga, los propietarios del Euromarina II y los edificios vecinos continúan buscando soluciones. Han intentado comunicarse con las autoridades, pero muchas veces sus esfuerzos han sido en vano. La falta de un plan de acción claro ha llevado a muchos a cuestionar la capacidad de las autoridades para manejar situaciones de emergencia de este tipo.
La comunidad afectada ha comenzado a organizarse, buscando apoyo no solo entre ellos, sino también en organizaciones civiles y en la opinión pública. Se han llevado a cabo protestas y manifestaciones para exigir respuestas, buscando visibilizar su situación ante la sociedad y presionar a las autoridades para que actúen.
La situación de los propietarios del edificio Euromarina II y de otros edificios afectados por socavones en Viña del Mar es un recordatorio de las vulnerabilidades que enfrentan muchas comunidades ante desastres naturales y la importancia de una respuesta institucional efectiva. La crisis no solo afecta a las familias en términos de vivienda, sino que también tiene un impacto profundo en su bienestar emocional y económico.
Mientras los días pasan y las respuestas siguen sin llegar, la esperanza de regresar a casa se desvanece lentamente, dejando a los afectados en un limbo que parece no tener fin. La solución a esta crisis no solo depende de la acción de las autoridades, sino también de la solidaridad y el apoyo de la comunidad en su conjunto.
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