La cantante Lizzo es la nueva portada de la edición de julio-agosto de Women’s Health, donde comparte los pilares de su transformación personal, que incluyen una rutina de ejercicios constante, un enfoque renovado en la salud mental y una relación más consciente con su cuerpo y alimentación. Desde un gimnasio en Los Ángeles, equipado con máquinas de última generación, entrena al ritmo de Beyoncé mientras realiza circuitos de pesas. “Entreno primero por mi mental”, afirmó la artista de 37 años, quien lleva menos de un año trabajando con el entrenador Marvin Telp. Él destaca su compromiso incluso en los días difíciles: “Está concentrada, aunque esté de mal humor”.
Nacida como Melissa Jefferson en Houston, Lizzo alcanzó fama global con el éxito Truth Hurts, convirtiéndose en una figura clave del movimiento de positividad corporal. En 2023, hizo historia al ganar el Grammy a la Grabación del Año por About Damn Time, siendo la primera mujer afroamericana en recibir ese premio desde 1994. Sin embargo, durante el mismo verano, tres exbailarinas la demandaron por presunto acoso sexual y humillación relacionada con su peso, según informó Los Angeles Times. Posteriormente, un estilista también presentó una demanda contra su equipo. Lizzo negó todas las acusaciones, pero el caso sigue activo, y su empresa, Big Grrrl Touring Inc., permanece como parte demandada.
La exposición mediática tuvo un impacto profundo en su bienestar emocional. “Me volví muy paranoica, me aislé. Alejé a todos. Ni siquiera hablaba con mi terapeuta”, confesó sobre sus momentos oscuros, donde llegó a cuestionar el sentido de continuar su carrera. El punto de inflexión llegó cuando asistió a un concierto y fue recibida con muestras de apoyo público. “Pensé: ‘Quizá no quiero morir. La vida vale la pena vivirla’”, recuerda.
A partir de ese momento, Lizzo se enfocó en reconstruir su vida. El primer paso fue desconectarse de las redes sociales. Dejó el control de sus cuentas a su equipo y retomó la terapia semanal. También comenzó a practicar pilates, meditación qigong y a leer textos sobre espiritualidad. Empezó a organizar retiros espirituales, yoga, baños de sonido y acupuntura. Además, incorporó una limpieza física y energética, que incluía desintoxicación intestinal y eliminación de metales pesados mediante la suplementación con equinácea. “Quería que mi cuerpo se sintiera sagrado”, explica.
El dolor lumbar, resultado de discos dañados, la motivó a ajustar su ejercicio y su relación con el cuerpo. Aunque siempre defendió su talla, el malestar físico la llevó a establecer nuevas metas: estar ‘delgada para ser una chica grande’. “Todas las chicas grandes saben de qué hablo”, comentó. Con la ayuda de Telp, diseñó un entrenamiento funcional que realiza varias veces a la semana, complementado con sesiones de cardio y sauna infrarroja. Este cambio físico y estético tenía como objetivo recuperar movilidad y calidad de vida. “Ya podía usar tacones mucho tiempo. ¡Ahora, cariño, los uso para ir al supermercado!”, afirma.
Durante su etapa vegana, Lizzo admite que lo hacía de manera poco saludable, consumiendo principalmente pan, queso vegano y sustitutos de carne, lo que le causaba mareos e inflamación. Actualmente, basa su alimentación en proteínas vegetales. Desayuna huevos y salchichas de pollo, almuerza ensaladas o rollitos de lechuga con atún, y cena temprano para evitar molestias digestivas. Para picar, opta por yogur bajo en azúcar y frutos rojos. Ha eliminado los Frappuccinos y se priva de sus antojos favoritos como gofres, pollo y donas rellenas. “Hay equilibrio. Creo que eso consiste en la verdadera salud”, dijo, superando su conflicto con la comida. “Comía tanto que me dolía el estómago. Lo ocultaba”, confesó a Women’s Health. La ansiedad y el estrés la llevaban a comer en exceso en secreto, lo que la llevó a un trabajo terapéutico de autocompasión. “Tuve que perdonarme por mucha vergüenza y culpa”, comentó. Hoy en día, logra detenerse sin sentirse culpable: “Abro una bolsa de chocolate, tomo unas piezas y cierro. Me digo: ‘Ya has tenido suficiente’”.
En agosto de 2024, un viaje a Bali marcó un cierre simbólico de su proceso. Allí, una conversación con un monje tibetano le ofreció claridad: “Te preocupas demasiado por los demás. Necesitas confiar en ti misma”. Ese consejo reforzó su seguridad. “Después de hablar con él, tuve esta claridad. Nada me hará tambalear”, concluyó. Este proceso no solo refleja un cambio físico, sino también una renovación interior basada en el equilibrio, el cuidado personal y el autoconocimiento, apuntando a una reconstrucción de su identidad guiada por el respeto propio.
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