Confieso que de Yorgos Lanthimos solo había visto Poor Things, así que aún no puedo decir que estoy inmerso en su estilo. Pero sí les puedo decir que el tono de esta película me gustó mucho, sobretodo porque me di cuenta muy rápido de cuál era la intención del director. Es una especie de sátira conspiranoica muy densa, que te drena por casi dos horas con un ritmo pasivo-agresivo y un final brutal, apoyada en una actuación bien potente de Jesse Plemons.
Desde el primer acto se siente esa vibra de incomodidad que Lanthimos construyó bien: personajes que parecen estar en un estado constante de desconexión emocional, silencios largos que te obligan a interpretar más de la cuenta, y un humor negro que aparece cuando menos lo esperas. Bugonia juega con la paranoia como si fuera una pelota de ping-pong; la lanza, la esconde, la deforma, la ridiculiza… pero nunca la suelta. Y en ese vaivén hay una tensión que se mantiene casi sin respiración.
Emma Stone vuelve a demostrar por qué es una de las mejores actrices de su generación. No es un papel tan explosivo como Bella Baxter, pero sí uno retorcido, frío y magnético, que encaja perfecto con la lógica distorsionada del guion. Su presencia, junto a la de Plemons, hace que cada escena tenga una carga emocional extra, incluso cuando la película parece estar más ocupada en su artificio visual que en profundizar demasiado en sus motivaciones. Pero aun así funciona, y funciona muy bien.
Me gustó mucho cómo se mezcla la crítica social con la estética absurda del director. Se ríe de las teorías conspirativas, de la fragilidad de la gente ante cualquier creencia ridícula, de la forma en que la paranoia se vuelve identidad… y lo hace sin subrayarlo, sin discursos ni moralejas. Te deja ahí, con la incomodidad pegada a la piel. Es de esas películas que se sienten extrañas, inquietantes y un poquito desagradables, pero de una manera que te mantiene enganchado.
Visualmente está impecable: elegante, inquietante, minimalista. Quizás no tiene el impacto emocional de Poor Things, pero sí una fuerza conceptual que te deja pensando. Y ese final —sin decir nada— es una bomba.
Para mí es un 9/10 sin dudarlo. No es para todo el mundo, y se nota desde los primeros diez minutos. Pero si conectas con ese tono perturbador, burlón y conspiranoico, Bugonia te agarra y no te suelta. Una propuesta extraña, audaz y totalmente magnética.
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