Rosmery Hernández – @gotasdebienestarenchile
Otro año más, otro segundo domingo de mayo. Una honda exhalación te recuerda que este día ya no es igual, ahora para ti, tiene un significado más allá del comercial.
Por larga tradición, el mes de mayo nos recuerda a los poemas aprendidos, los regalos “sorpresas” con colaboraciones que se enviaban al colegio y las tarjetas con material escolar. Porque hablar de mamá, nos arruga el corazón, nos hace un nudo en la garganta y nos hace desear, tenerla viva y junto a nosotros por muchos años.
La realidad de muchos hogares de Latinoamérica ha ido cambiando en los últimos años, en especial, la de los venezolanos. La presencia de las mujeres en los procesos migratorios ha adquirido una creciente importancia (50 % de los migrantes son mujeres). Durante mucho tiempo, esta presencia estuvo ausente en los estudios sobre migración (como categoría de análisis). Hoy, el rol protagónico de las mujeres en los procesos migratorios es ampliamente reconocido. Así, las mujeres migrantes latinoamericanas, son con frecuencia las primeras.
La migración supone la separación física de los seres queridos y sobretodo de la descendencia directa (los hijos), pero ésta es interpretada/considerada por muchas madres migrantes como la posibilidad de «completar» su rol maternal. Esto es, ante la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas de sus hijos muchas mujeres madres de familia se sienten cuestionadas en su rol materno y se ven impulsadas a migrar al extranjero:
“…yo estoy acá por ellas [hijas] y yo quiero que ellas tengan muchas cosas que yo no pude tener como el estudio; quiero que sobretodo la mayor que está con ánimo de estudiar cumpla su meta…”, Petra, 2 hijas de 18 y 14 años en su país de origen.
Así, para muchas madres, es el sentimiento de «responsabilidad» que las impulsa a partir. La imposibilidad de hacer frente a las necesidades básicas de los hijos es vivido por muchas madres migrantes como una puesta en cuestión del rol maternal (sobretodo para aquellas que son madres jefas del hogar). En consecuencia, la migración es la posibilidad de paliar esta carencia:
“Yo no me siento culpable de haber venido porque más infelices los hubiera hecho estando yo allá con una situación económica desastrosa; cuando lo económico no funciona, lo moral tampoco funciona…”, Aurelia.
Estas mujeres deben dejar de lado los sentimientos de tristeza, melancolía y dolor producidos por la separación, afrontar la culpabilidad y el remordimiento de haber «abandonado» a su descendencia; y asumir responsablemente la migración porque no encuentran ni visualizan dentro del entorno cercano otra «salida» que no sea aquélla de trabajar en el extranjero como empleada doméstica.
Más aún, si es la responsabilidad maternal que impulsa a muchas mujeres a migrar, es al mismo tiempo –en parte– la que genera la prolongación de la estadía en el país de inmigración:
Lo que más me da fuerza para seguir son mis hijas… yo estoy aquí por algo, yo tengo que sacarlas adelante eso es lo que más me da ánimo para seguir luchando… Petra
Para estas mujeres, el hecho de saber que a través la migración es posible que sus hijos puedan acceder a una mejor educación constituye una fuerza que moviliza y da sentido a la estadía en el país donde reside, a las dificultades que ésta implica y por lo tanto una razón para prolongar y soportar la separación:
P: ¿Qué significa ser madre en la migración? R: Un poco difícil, bastante difícil pero si lo ves del otro lado yo creo que la situación no cambiaría, si yo estuviera allá, sería más triste y dolorosa porque no podría darle la educación que ellas están recibiendo ahora, sería más triste que estar allá… Es una terrible situación pero bueno que se puede hacer; a mí, me ha tocado no tener todo junto, Aurelia.
“Son riesgos pero tenemos sueños, y tras los sueños debemos arriesgarnos”, Darsy
Para ti, madre… estés donde estés, recuerda que cada día es tú día; los días especiales, son aquellos donde puedes respirar y seguir adelante, aquellos donde te permites ser mujer, amar y dejarte amar por los que te aman.
Para todas las madres que están lejos de sus familiares y que este segundo domingo de mayo, rezarán por sus hijos regados por el mundo.
¡Feliz día!
Imagen: Chicago Tribune