El caso de Maikelys Antonella: un llamado a la acción internacional
El Gobierno de Nicolás Maduro ha exigido este lunes la «inmediata devolución» de Maikelys Antonella Espinoza Bernal, una niña venezolana de 2 años que fue separada de su madre por autoridades migratorias estadounidenses. Esta situación ha sido calificada por el ejecutivo venezolano como un «secuestro institucional» y una clara violación del derecho internacional. La separación se produjo en el contexto de un intento de repatriación a Venezuela, lo que ha causado una ola de indignación y un llamado a la acción desde el ámbito diplomático y jurídico.
La voz de Venezuela
El comunicado emitido por la Cancillería venezolana expresa una profunda preocupación por la separación forzada de la niña de su madre en el momento en que se disponían a volar de regreso a su país. “Como en tantas violaciones de los derechos de nuestros migrantes y en contravención de las normas internacionales… se incurre nuevamente en el gravísimo expediente de separar familias”, indicó el Gobierno, enfatizando que estas acciones son inaceptables.
El caso de Maikelys se ha comparado dramáticamente con las atrocidades cometidas en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, un paralelo que busca visibilizar la gravedad de lo que se considera un trato inhumano hacia los ciudadanos venezolanos. El Gobierno denuncia no solo la separación de la niña, sino también la detención del padre, quien, según las autoridades venezolanas, fue “secuestrado” y llevado a un centro de detención en El Salvador bajo el régimen de Nayib Bukele, “sin juicio ni ninguna intervención judicial”.
La respuesta del Gobierno venezolano
En su reclamo, el Gobierno de Maduro ha señalado que activará todos los mecanismos jurídicos, diplomáticos y multilaterales necesarios para exigir la inmediata devolución de la niña. La Cancillería afirmó que “respetar las leyes internacionales es un deber”, buscando que Maikelys regrese sana y salva a Venezuela para reunirse con su familia. “Exigimos la devolución inmediata de Maikelys a la República Bolivariana de Venezuela”, añade el comunicado, citando la Declaración Universal de los Derechos del Niño como fundamento de su exigencia.
Las acusaciones del DHS
Por su parte, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos ha relacionado a los padres de Maikelys con el crimen organizado, específicamente con el Tren de Aragua, una de las organizaciones criminales más temidas en Venezuela. Según el DHS, el padre de la niña, Maikel Espinoza-Escalona, era “teniente” de esta organización criminal y se le acusaba de supervisar homicidios, tráfico de drogas, secuestros, y hasta de operar una casa de torturas.
La madre, Yorely Escarleth Bernal Inciarte, enfrentaría también serias acusaciones vinculadas al reclutamiento de mujeres para redes de prostitución y narcotráfico. Ambas personas habrían ingresado a Estados Unidos de manera ilegal y contaban con órdenes de deportación, lo que motivó la decisión de separar a la niña de su custodia. En este momento, Maikelys se encuentra bajo la custodia de la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR), viviendo con una familia de acogida.
Debate sobre el tratamiento de menores
Este caso ha desatado un intenso debate sobre el tratamiento de los menores en situaciones de migración y la delicada línea que separa la protección de los niños de las consideraciones de seguridad nacional. Un alto funcionario del DHS, hablando bajo condición de anonimato, aclaró que la decisión de retirar la custodia de Maikelys fue motivada por las “actividades criminales violentas” de sus padres, como el tráfico sexual y la operación de centros de tortura. “No permitiremos que sufra abusos”, aseguró.
El contexto es especialmente complejo, dado que las políticas de inmigración en EE. UU. han estado en constante revisión, y la administración de Donald Trump enfatizó que había reunificado a 5,000 menores no acompañados con sus familiares en un corto período, mientras que la actual administración sigue bajo presión por su manejo de los casos de migrantes y solicitantes de asilo.
El impacto de la situación
Este incidente no solo afecta a la familia de Maikelys, sino que también resalta las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, especialmente en un contexto geopolítico donde las acusaciones y las respuestas a menudo se mueven en un escenario de desconfianza mutua. La situación plantea importantes preguntas sobre la migración, los derechos de los niños, y el papel que juegan los gobiernos en la protección de estos derechos frente a acusaciones de criminalidad y amenazas a la seguridad.
La comunidad internacional, así como organizaciones de derechos humanos, están atentas a este caso y la respuesta que se dé, no solo por el bienestar de Maikelys, sino también por el precedentes que pueda sentar en el tratamiento de otros casos similares en el futuro. La resolución de este caso puede ser un punto de inflexión en el abordaje de la migración y los derechos de los menores y sus familias en una región marcada por la crisis y la inestabilidad.