Diego Díaz / @d.diaz89
Cuando se acerca la temporada estival, las personas prueban distintos métodos para bajar de peso, tanto dietas como realización de ejercicios, todo con la finalidad de perder peso.
Estas intervenciones son factores que participan en la baja de peso, sin embargo, por un mal asesoramiento, tal como páginas de Internet o consejos de un amigo que “obtuvo resultados”, no se logra el objetivo correcto, puesto que no se obtiene una mejor condición de salud general.
La mayoría de la población maneja o ha escuchado el término IMC o índice de masa
corporal. Este indicador muestra la relación entre peso y talla, sin embargo, es un parámetro que encasilla al individuo en un diagnóstico deficiente, ya que no demuestra fielmente si la persona está enferma o saludable.
La información que arroja desconoce la composición del cuerpo. El peso neto considera múltiples tejidos corporales, tales como huesos, músculos, grasa, tejido conectivo, órganos, etc; estos en diversa proporción, reflejan un cuerpo en buen estado o un diagnóstico riesgoso.
La mayoría de la población alguna vez ha utilizado una balanza para medir su peso en
kilogramos. Este número refleja la suma de todos lo tejidos del cuerpo, pero cada tejido tiene distinto diámetro y, por ende, peso.
Si cada persona cuenta con rasgos particulares, definidos por factores como el ambiente y la genética (raza), nace la siguiente pregunta: ¿cuál sería el objetivo correcto para poder bajar de peso saludablemente? La respuesta es muy sencilla y está en la composición corporal.
No basta con solo perder peso, sino que el trabajo debe enfocarse en conseguir una relación saludable entre masa muscular y grasa.
Con el avance científico, los instrumentos de medición que ayudan a cuantificar el peso corporal han ido evolucionando. Uno de los métodos de análisis utilizados recientemente es la bioimpedanciometria.
Este es un análisis de composición corporal, NO de peso neto, que funciona a través de una corriente eléctrica que recorre todo el cuerpo, haciendo una especie de “radiografía”. La medición indica distribución de masa (grasa/músculo) en el cuerpo, cantidad de agua, kilos de grasa/músculo, y muchos otros parámetros que permiten cuantificar el estado de salud general y estimar el riesgo de enfermedades.
Si bien existen diferentes tipos de grasa y entre ellas encontramos unas indispensables para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo (grasa visceral, subcutánea y parda), los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo desarrollan trastornos metabólicos que convierten esta grasa beneficiosa en un problema de salud.
Al realizar un análisis de bioimependanciometria, es posible visualizar todos estos datos y trabajar en una relación saludable de masa grasa, planificando una rutina de ejercicios acorde a cada individuo.
Finalmente, cabe señalar que la única forma de obtener resultados óptimos está ligado a la creación de hábitos saludables.
El ideal es implementar una hidratación constantemente, dormir mínimo 8 horas diarias, realizar ejercicio por lo menos 3 veces por semana y cumplir planes de alimentación, no dietas, que entreguen la gama completa de nutrientes que necesita tu cuerpo, esto incluye macroalimento (carbohidratos, proteínas y grasa buena).
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