Muchos migrantes ponderan la idea de retornar a su país de origen
Jorge León Báez / venezolanoenchile.com
Desde el “estallido social” de octubre (porque el término está ya normalizado), son muchos los aspectos que han cambiado en la sociedad chilena y en el día a día de quienes vivimos en este país, hayamos nacido aquí o no.
Por un lado, tenemos nuestra propia percepción de los acontecimientos y de lo que puede estar por venir, pero cada persona tiene su historia y solo podemos tener un pulso de lo que sucede a nuestro alrededor cuando analizamos masivamente.
Eso es justo lo que reveló el estudio “Voces migrantes”, elaborado por el Servicio Jesuita a Migrantes y la consultora Ekhos, con apoyo del Centro Fernando Vives de la Universidad Alberto Hurtado y el asesoramiento de la agencia Tironi, que entrevistó a 1.025 extranjeros mayores de edad, a lo largo de todo el país, antes y después de las protestas y manifestaciones que se han vivido durante las últimas semanas en Chile.
En un estudio, publicado por el diario El Mercurio, resalta inmediatamente uno de los cambios más bruscos: la intención de quedarse en Chile permanentemente. Antes de las revueltas, el 44% de las personas encuestadas respondía “Me quiero quedar para siempre”, mientras que después este número bajó al 35,3%.
Otro dato interesante que puede observarse a simple vista es el deseo de nacionalizarse. De un 42,5% de preferencia por nacionalización solo el 31,6% se mantiene firme en su intención, aunque en este apartado los venezolanos tenemos una motivación adicional debido a la dificultad, y en algunos casos imposibilidad, de obtener el pasaporte de nuestro país.
También hay tendencia a la baja si las condiciones cambian. Antes de octubre, el 83% de los encuestados indicó que permanecería en el país incluso si perdía su trabajo, pero luego esta cifra bajó al 75%. Desde la perspectiva de un inmigrante solo encuentro una explicación para este dato: quien migra le pierde miedo a salir de la zona de confort y confía en que, si lo hizo una vez, lo puede hacer dos veces.
En estas últimas semanas ha sucedido un fenómeno muy extraño que no me quiero atrever a señalar como una consecuencia directa de la situación en Chile, pero que algo debe influir: En Caracas vuelve a haber colas de carros luego de años de flujos bajos, comparado a como fue en algún momento el tráfico vehicular.
La temporada navideña, la dolarización implícita de la economía venezolana, la migración del interior de Venezuela a Caracas y la inestabilidad política y social generalizada en los países de Latinoamérica está cambiando la tendencia de nuestra capital de manera imprevista, curiosa y asombrosa, por calificarlo de alguna manera.
El “devolverse” a sus países, o irse a algún otro, está teniendo sentido para muchos y eso se nota en las conversaciones del día a día, en las diferentes cuentas de redes sociales de la comunidad venezolana en Chile e incluso se está evidenciando cuantitativamente en las estadísticas aeroportuarias, cuando vemos que durante octubre salieron más extranjeros (390.031) de los que ingresaron a Chile (383.055), a diferencia del mes anterior, donde salieron más que los que entraron (381.002 vs. 388.698), marcando así la primera vez que ocurre este fenómeno en el año, según el Departamento de Extranjería y Migración (DEM).
La decisión de migrar bien sea “ida” o “vuelta”, debe hacerse siempre de la manera más informada posible y es netamente personal. Cada uno de nosotros tenemos razones, motivaciones y necesidades distintas, por eso, los que un día emigraron y están considerando volver tienen en frente un nuevo desafío, con otros obstáculos y repercusiones, que quienes estamos del otro lado quizás no entendamos, pero que sin duda estamos obligados a respetar.