Cuando todavía faltaban tres años para que se retirara del baloncesto profesional, Kobe Bryant (Filadelfia, 1978) ya había entrado de lleno en el mundo de los negocios y las inversiones, del que ya no saldría. Corría el año 2013 cuando el legendario jugador de los Lakers cofundó, junto con el empresario Jeff Stibel, el fondo de capital riesgo Bryant Stibel, que a día de hoy dispone de cerca de 1.800 millones de euros en activos. La firma nació “para proporcionar estrategia, capital y soporte operativo a las empresas con un enfoque en tecnología, medios y datos”, tal y como reza el comunicado del lanzamiento.
Hoy, la figura y el legado de Bryant, fallecido este domingo en un accidente de helicóptero junto a su hija Gianna y otras siete personas en Los Ángeles (California), no pueden entenderse sin combinar la faceta puramente deportiva con la empresarial. En 2016, el año de su retiro oficial tras varias complicaciones y lesiones, Forbes asignaba al escolta un patrimonio que rondaba los 350 millones de dólares (unos 317 millones de euros), siendo el 33º deportista estadounidense más rico de entonces.
Desde que Bryant salió oficialmente de las canchas de baloncesto, las publicaciones y portales de seguimiento dejaron de calcular su patrimonio. Sin embargo, a sus inversiones –varias de ellas con el tanto de una salida a Bolsa, como ocurrió en el caso de Dell y Alibaba– hay que sumarles sus reportes por patrocinio con firmas como Nike, así como los ingresos derivados de su faceta como productor de cine o escritor. También hay que recordar el buen olfato a la hora de elegir dónde poner dinero: el mejor ejemplo es el de la bebida energética Body Armor, en la que Bryant invirtió cuando estaba valorada en cinco millones de dólares, antes de que fuese comprada casi en su totalidad por Coca-Cola, con una valoración final de casi 200 millones.
Fuente: La Tercera