Por: Romer Rubio / @romerrubio
Como inmigrante venezolano no puedo ser indiferente ante la crisis migratoria que hoy vive la frontera norte de Chile.
Distintas opiniones yacen al respecto, pero en esta oportunidad quisiera detenerme en dos puntos: sus responsables y sus posibles salidas.
Considero que la principal responsabilidad recae en nosotros los venezolanos (el régimen de Nicolás Maduro, la dirigencia opositora y sus frustradas estrategias, los venezolanos que acompañaron al chavismo durante años e incluso los que sin votar por ellos siempre prefirieron ver en tercera persona lo que ocurría en Venezuela).
Somos nosotros, en mayor o en menor grado, los primeros responsables de esta desgracia.
Es indudable que la salida de millones de venezolanos responde a una crisis humanitaria, que ante la pandemia del COVID-19, se ha recrudecido dramáticamente. Negarles a estas personas su derecho de huir sería una posición egoísta, tan egoísta como pensar que las naciones hermanas deben aceptarnos a todos sin pensar en cómo ello afecta sus contextos nacionales.
Gran parte de los países de la región han sido solidarios con la diáspora venezolana, con sus limitaciones, aciertos y desaciertos, pero han intentado atender una crisis de la que no son los principales responsables.
Hoy, lo que se vive en la frontera de Chile no es una crisis en sí misma, es la consecuencia de la tragedia de una nación que ha sido mal abordada por propios y extraños. Mientras este problema no se atienda desde su verdadera causa, estaremos medicando un paciente de cáncer con pastillas de paracetamol.
La salida a este drama pasa por un planteamiento (real y posible) para restituir las condiciones democráticas en Venezuela, donde la comunidad internacional haga sus oficios para que esta se concrete, pero entendiendo que es a nosotros los venezolanos a quien nos corresponde la principal tarea.
A Chile le agradezco lo que hasta la fecha ha hecho por Venezuela y los venezolanos y en este momento no tengo más que seguirle pidiendo la solidaridad que le sea posible y las regulaciones que le sean necesarias, teniendo claro su responsabilidad ante sus nacionales y extranjeros que ya hacen vida en esta tierra.
Romer Rubio