La música navideña tiene un impacto significativo en las emociones y la salud física de las personas, incluso en contextos culturales diversos como el de Chile. A pesar de las diferencias climáticas con respecto a otros países, las melodías navideñas han encontrado un lugar en el corazón de los chilenos, como se refleja en la adaptación humorística de la canción “Calurosa Navidad” de 31 Minutos.
Las canciones navideñas tienen la capacidad de influir en nuestras emociones de manera positiva. Un estudio liderado por Robert Zatorre de la Universidad McGill en 2014 reveló que escuchar música familiar, como los villancicos, aumenta los niveles de dopamina en el cerebro, lo que mejora el estado de ánimo y genera bienestar.
El experto en sonido Alejandro Amón explica que la música navideña está diseñada para reconfortar, activando un circuito emocional en el cerebro que nos conecta con lo positivo. Además, la activación del hipocampo, responsable de la memoria, puede evocar recuerdos específicos de Navidades pasadas, generando una sensación de estabilidad y continuidad en la vida de las personas.
No obstante, el impacto de la música navideña puede variar según las experiencias personales de cada individuo. Aquellos que asocian las festividades con estrés o tristeza pueden experimentar emociones negativas al escuchar estas canciones, según el psicólogo clínico Scott Bea.
Las canciones navideñas emplean ciertas técnicas musicales únicas que las hacen reconocibles y emocionalmente efectivas. El uso de tonalidades mayores, el empleo de estructuras de jazz y la presencia de elementos sonoros como campanas contribuyen a crear una atmósfera festiva y nostálgica en estas melodías.
Las letras de las canciones navideñas, como “Jingle Bells” o “Santa Claus Is Coming to Town”, están llenas de referencias explícitas a elementos navideños, reforzando la conexión emocional con la festividad. La facilidad para cantar estas canciones asegura que se queden en nuestra memoria y se conviertan en clásicos atemporales.