En un caso que ha conmocionado a Venezuela, tres policías metropolitanos, Héctor Rovaín, Erasmo Bolívar y Luis Molina, han sido encarcelados durante 22 años por delitos que la justicia ha demostrado que no cometieron. María Bolívar, tía de Erasmo Bolívar, ha sido testigo de la lucha de estos hombres por probar su inocencia. A pesar de las pruebas presentadas en su favor, siguen tras las rejas, condenados a 30 años de prisión.
María Bolívar ha presenciado cómo sus sobrinos padecen tras las rejas en distintas cárceles de Venezuela, desde Caracas hasta el estado Lara. El dolor y la frustración han marcado la vida de estos hombres, separados de sus familias y privados de un futuro debido a una decisión presidencial que los ha mantenido encarcelados.
En el caso de Héctor Rovaín, la fe en Dios ha sido su refugio durante estos difíciles años. A pesar de perder a sus padres mientras estaba en prisión, su fe se ha mantenido inquebrantable. Luis Molina, otro de los policías metropolitanos condenados, vive con tristeza y desesperanza, recordando el fatídico día de abril de 2002 en Puente Llaguno.
El juicio que enfrentaron fue uno de los más largos de la historia de Venezuela. A pesar de las evidencias presentadas y la falta de pruebas concluyentes, fueron sentenciados en 2009 por un tribunal del estado Aragua. A lo largo de los años, algunos de los acusados han recibido beneficios carcelarios, pero Rovaín, Bolívar y Molina siguen tras las rejas, a pesar de la confirmación de su inocencia por un ex magistrado del Tribunal Supremo de Justicia.
A pesar de tener derecho a beneficios carcelarios, las autoridades han ignorado las solicitudes de los familiares de estos policías metropolitanos. Mientras tanto, la vida en prisión consume a estos hombres, quienes claman por no ser olvidados en un país donde la memoria colectiva es efímera. La pregunta que queda en el aire es: ¿Quién se acuerda de los policías metropolitanos?