El presidente Nicolás Maduro afirmó que el “fascismo” en Venezuela ha quedado en el pasado, declarando que su administración lo ha dejado fuera de combate tras las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. Durante una marcha conmemorativa de la “rebelión cívico-militar” del 4 de febrero, Maduro señaló que la oposición destinó más de mil millones de dólares para las protestas del 29 de julio, pero no pudieron contar con el apoyo mayoritario del pueblo venezolano.
El mandatario expresó su rechazo a los intentos de desestabilización en el país y calificó de “imbécil” al canciller de Panamá, Javier Martínez-Acha Vásquez, por supuestamente respaldar dichos intentos y ceder ante la influencia del secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, en relación con el Canal de Panamá. Maduro destacó la resistencia del pueblo venezolano, haciendo hincapié en que nada podrá apartarlos de la verdad y de la dirección que han elegido para su futuro.
En un tono despectivo, Maduro se refirió a un supuesto intento fallido de crear un nuevo líder opositor similar a Juan Guaidó, denominándolo “Guaidó 2.0” y burlándose de su fracaso. El presidente anunció que presentará el primer proyecto para una reforma constitucional el próximo 15 de febrero, subrayando su determinación de llevar a cabo cambios en el marco legal del país.
El discurso del presidente Maduro, cargado de polémica y desafío, deja en claro su postura firme ante los intentos de desestabilización y su visión de seguir adelante con su agenda política. Esto refleja la situación actual en Venezuela tras las recientes elecciones presidenciales y la postura del gobierno frente a los desafíos internos y externos que enfrenta el país.