Freddy Schreiber encontró en Venezuela un refugio que le devolvió la fe en la humanidad, luego de sobrevivir al Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Viena en 1932, Schreiber creció en una familia judía ortodoxa que se vio afectada por la llegada de las tropas alemanas en 1938. A pesar de haber vivido momentos difíciles durante la ocupación nazi, como la Kristallnacht en 1938, Schreiber logró sobrevivir a pesar de la separación de su familia y la pérdida de su hermano menor en los campos de concentración.
Tras una serie de traslados forzosos, Schreiber fue llevado al campo de concentración de Terezín, donde vivió el horror de la guerra y presenció la muerte de muchos prisioneros. A pesar de las duras condiciones, Schreiber se aferró a la música y al coro de niños de la sinagoga para encontrar consuelo y esperanza.
Después de la liberación del campo en 1945, Schreiber logró reunirse con sus padres y regresar a Viena, donde enfrentó la persistencia del antisemitismo. Fue entonces cuando decidieron emigrar a Venezuela en busca de un nuevo comienzo. Llegaron al país el 2 de enero de 1950 y encontraron en esta tierra un verdadero paraíso.
En Venezuela, Schreiber reconstruyó su vida y se unió al Orfeón Universitario, donde encontró una nueva familia y una razón para creer de nuevo en la humanidad. A través de la música y el apoyo de sus compañeros, Schreiber logró superar las secuelas emocionales del Holocausto y encontrar la paz en su nueva patria.
Hoy, a sus 93 años, Schreiber sigue agradecido con Venezuela por darle una segunda oportunidad y por permitirle reconstruir su vida en un ambiente de paz y solidaridad. Su historia es un testimonio de resiliencia y esperanza en medio de la adversidad, y un recordatorio de la importancia de preservar la memoria del Holocausto para evitar que se repitan los horrores del pasado.