Alberto Barradas – @Psicovivir
Pareciera que a lo largo de nuestra vida nos cuesta darnos cuenta de que no existen mayores limitaciones cuando la motivación es grande, admiramos a los seres que convierten sus sueños en realidad, pero muchas veces ni a soñar nos atrevemos, bastante irónico.
Sucede que la motivación es una emoción tan fuerte como el amor y el odio, pero muchas veces atribuimos su fuerza solo a lo externo, he allí el problema. Y es que no se trata de ser aceptados por la sociedad, se trata de ser aceptados por nosotros mismos.
Es así como nos encontramos en las redes sociales miles de cuentas que nos enseñan que no se trata de ser “fitness” porque la sociedad lo dicta, se trata de ser capaces de decir “no importa que seas gorda, eres bella igual”, a eso le llamamos motivación externa, ya que quien recibe esa información puede pensar: “si ella no sufre por su gordura, entonces yo tampoco debería sufrir por la mía”.
Pero ocurre que con el pasar del tiempo nos encontramos de frente con un gran problema, y es la dependencia a este tipo de motivación, ya que constantemente necesitaremos del otro para mantener el ánimo y alcanzar nuestros objetivos, de lo contrario no nos sentiremos capaces de lograr nada. Bueno, sí, sí se puede lograr algo: fracasar.
Por el contrario, cuando nuestra motivación proviene de nosotros y no del otro, las fuerzas aumentan, la pasión infla el corazón y la acción siempre se presenta, ya no dependes de quien te motive ni de cumplir con sus expectativas, ya no se trata de “si el otro puede, yo puedo”, se trata únicamente de lo que “yo quiero”.
Esto sucede porque la motivación interna nace del criterio personal, de tus propias decisiones y establecimiento de tus objetivos, es justo aquella que te conduce a perseguir todo aquello que deseas con fuerza y vehemencia, ya que resulta imposible detener una persona centrada en una motivación que apasione su vida.
He aquí donde considero que es verdaderamente importante mantener ambos tipos de motivaciones cada día, la externa para iniciar y agarrar impulso, y la interna para para asumir mis propios retos independientemente de la persona que me motivó.