Reuters. El expresidente argentino Fernando de la Rúa, quien se vio obligado a renunciar en 2001 tras apenas dos años de un gobierno marcado por una de las peores crisis económicas del país sudamericano, murió el martes a los 81 años, confirmaron autoridades locales.
El actual mandatario argentino, Mauricio Macri, lamentó el fallecimiento en Twitter, afirmando que “su trayectoria democrática merece el reconocimiento de todos los argentinos. Acompañamos a su familia en este momento”.
Historial
Fernando de la Rúa asumió la presidencia en 1999 en medio del fervor que despertó en la mayoría de los argentinos la propuesta de terminar con años de crudas políticas neoliberales y de corrupción. Su mandato, sin embargo, es recordado como uno de los peores en la historia del país.
Ahogado por la más grave crisis social y económica que sufriera el país y por denuncias de corrupción, dejó el poder solo dos años después, en medio de violentos disturbios y de una represión policial que dejó decenas de muertos.
La imagen de De la Rúa subiendo al helicóptero presidencial en la terraza de la Casa Rosada tras haber renunciado, como si se hubiera encontrado en medio de un ataque, aún perdura en la memoria de los argentinos.
“No lo hice escapando de nada”, afirmó años después durante una entrevista en la que admitió que fue un error abandonar la casa de Gobierno en un helicóptero. “En ese momento, no advertí la dimensión del golpe que se había producido”.
El líder político, un abogado que nació en la provincia mediterránea de Córdoba, sufría problemas cardíacos y falleció casi en el olvido de sus partidarios.
Como un joven líder político del tradicional partido Unión Cívica Radical (UCR), De la Rúa fue diputado y senador nacional, para alcanzar la alcaldía de la ciudad de Buenos Aires en 1996.
Tras dos mandatos consecutivos del peronismo neoliberal de Carlos Menem, caracterizados en su etapa de declive por denuncias de corrupción y un elevado desempleo, el político cordobés se alzó con la presidencia en los comicios de 1999 con la transparencia y la seriedad como sus mayores valores.
La coalición socialdemócrata Alianza asumió el Gobierno en diciembre de ese año con la promesa de mejorar el funcionamiento de las instituciones, a la vez que mantuvo las recetas económicas neoliberales tan criticadas durante la gestión de Menem y el alineamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero el capital político de De la Rúa comenzó a apagarse a los pocos meses de asumir, cuando acusan a su gestión de sobornar a senadores para aprobar una ley de reforma laboral y el popular vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, decepcionado con De la Rúa, dejó su cargo, debilitando a la coalición de Gobierno.
La desconfianza sobre la economía -que ya estaba deprimida y con tasas de pobreza altas- creció, mientras que el Gobierno fue incapaz de tomar medidas firmes debido a un rígido sistema cambiario que ataba el peso al dólar. A poco más de un año de asumir la presidencia, la imagen de un De la Rúa dubitativo se había derrumbado.
En diciembre de 2001 estalló finalmente la crisis. Ante la nefasta perspectiva, muchos argentinos sacaron masivamente sus ahorros en dólares de los bancos, lo que llevó a De la Rúa a restringir el retiro de fondos con una normativa popularizada como “corralito”.
Los piquetes de desocupados y los “cacerolazos” de la clase media se multiplicaron hasta que De la Rúa ordenó reprimir las multitudinarias protestas. Con decenas de muertes sobre su espalda y apabullado por el rechazo social, el 20 de diciembre de 2001 De la Rúa se vio obligado a dimitir.
Después de su renuncia, el expresidente se retiró de la vida política y evitó las apariciones públicas, aunque debió comparecer ante la Justicia por la violenta represión.